Controversia en la fiesta de moros y cristianos
Arrecia la polémica sobre la fiesta de moros y cristianos y las posiciones cada vez son más encontradas entre los defensores de la integridad de las tradiciones y los que propugnan una actualización de las mismas que eviten, por ejemplo, las acciones que puedan resultar degrandantes para los musulmanes.
Yo soy de los que piensan que no es admisible que desde las administraciones públicas se apoye y fomente actividades, representaciones o cualquier otra iniciativa que sea contraria a los principios democráticos, a los derechos fundamentales de las personas, a los derechos de los animales. No es admisible, como en el caso de la tamborrada de Hondarribia, que las mujeres, por poner un ejemplo, queden marginadas y denigradas por una tradición. Lo mismo se podría decir de las fiestas de moros y cristianos.
¿Qué hay que hacer? Entre otras cosas no apoyar de forma tan abrumadora y desmedida el patrimonio etnológico, las tradiciones populares o el patrimonio intangible, ya que no todo este patrimonio es válido en su activación, en su representación en el presente, pues no sólo son ritos frívolos y festivos, sino también bienes portadores de significados, por lo que si se trasladan al presente como parte del mismo, pueden resultar muy ofensivos y peligrosos.
Por eso, reivindico desde aquí una premisa que debería respetarse siempre en Patrimonio Histórico: la distinción entre pasado y presente. El Patrimonio debería ser pasado y como tal protegerse desde la objetividad de la historia, sin valoraciones ni juicios desde el presente. Para ello es necesario que este patrimonio, cosa que no sucede siempre con el etnológico, siga siendo pasado, lo cual no significa que no pueda conocerse, usarse o disfrutarse.
Que queremos que sea presente, que sea un refrente social para las sociedades actuales, pues entonces deberemos adaptarlas a las condiciones del presente y a las exigencias irrenunciables de una sociedad democrática. Lo mismo se podría decir de las tradiciones religiosas en una sociedad laica como la nuestra, pero esta es otra cuestión que ya tendremos ocasión de comentar.
Pepe Castillo. Director OPHE
1 comentario
Jesus M. Contreras -
No podemos renunciar a nuestra historia pues a ella nos debemos, y quizás por ello que reavivar la memoria en modo de fiesta sea positivo para evitar los errores cometidos en el pasado. Por eso que la fiesta debe existir, como testimonio de convivencia y como patrimonio cultural; ahora bien, entiendo que se debiera de readaptar en contenidos y forma para que en vez de estar diseñada por los vencedores de aquellas crueles batallas y venganzas de allende el S XV, también participaran en el diseño de dichas fiestas los "moros", aportándoles así éstos un enorme y genuino valor cultural, y una realidad contextual que hoy no tienen, pues los textos, vestimentas y situaciones de las capitulaciones han sido reinventados a lo largo de los años.
De otra parte, si se enfrentan en ficiticia batalla teatral bandos reales de los nuevos pobladores de nuestras villas, por un lado los "moros" y por otro los "cristianos" se formarán con ello unos lazos de convivencia reales y sostenibles para que los más pequeños aprendan a vivir en convivencia.
Sólo le veo un error a este tipo de fiestas, y es que hay sitio para los "musulmanes", para los "cristianos" pero a nosotros los "laicos y escépticos" no se nos tiene en cuenta para nada... supongo que habremos de seguir encerrados en los morabitos, rábitas, santuarios y bibliotecas para poder seguir apostando desde el silencio por nuestra particular revolución social y cultural.
De otra parte, pronto habrá que unir a la fiesta a los bandos de los sudamericanos y los orientales, pues tambíén forman parte de la actual población y con muchas historias tristes a su espalda para la consolidación de su estancia entre nosotros, desde la muerte en patera hasta el agobio racista padecido.
Para terminar, cuando hablamos de moros y cristianos... me hace mucha gracia, pues a veces olvidamos que todos los que somos hijos de estos pueblos (al menos en Andalucía) tenemos más de los primeros que de los segundos, pues aunque en algunas ocasiones portemos sangre norteña, nuestra historia cultural, social, nuestro acervo en general, así como nuestras facciones y el color que a nuestra tez aporta el clima son totalmente agarenas.
Tengan Uds. un buen día.