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LAS FAROLAS DE LA GRAN VÍA DE GRANADA Y LA EVALUACIÓN DEL INTERÉS PÚBLICO

En estos días asistimos en Granada al inicio de uno de los muchos debates estéticos o patrimoniales que tras cierto tiempo se generan en la ciudad a raíz de alguna iniciativa sobre el Patrimonio Histórico más o menos polémica. En este caso concreto se trata de la reforma de la Gran Vía, una de las arterias urbanas más importantes de la ciudad y sometidas desde algún tiempo a un proyecto de reordenación urbana que pretende, sobre todo, modificar la imagen y uso del espacio público de dicha calle. Entre las modificaciones incorporadas destacan unas farolas cuyo diseño pretende reienterpretar la tradición granadina desde la estética actual. Para evaluar el impacto que esta innovación estética podía generar en los ciudadanos, el Ayuntamiento ha optado por situar provisionalmente algunas farolas y esperar la respuesta ciudadana. Ésta ha llegado fundamentalmente a través de unas pintadas muy ilustrativas en las que se proclama: "la Gran Vía clásica".

 ¿Ha actuado correctamente el Ayuntamiento con esta especie de globo sonda para observar la respuesta ciudadana? ¿Debe hacer caso a esa respuesta? ¿Cómo se mide esa respuesta ciudadana?, ¿por las pintadas?, ¿debemos, en ese caso, todos los ciudadanos con opinión definida hacer pintadas exponiendo nuestra postura?, ¿por los artículos de opinión que los ciudadanos más activos, más influyentes o a veces simplemente más ociosos escriben en los periódicos? ¿Debe la estética evaluarse socialmente? ¿Debe el ayuntamiento imponer su criterio, es decir, el de los arquitectos ganadores del concurso?

Como puede verse se tratan de preguntas mil veces hechas en el ámbito de la estética  urbana, aunque escasamente planteadas en el ámbito propiamente patrimonial. De lo que estamos hablando es de la evaluación del interés público, del interés general que fundamenta cualquier acción de tutela, que sustenta la propia existencia del Patrimonio Histórico. No debemos, por tanto, tener miedo a las consultas populares, a la evaluación popular, a la intervención social amplia y fundada, alejada de la demagogia y oportunismo político que suele presidir esas llamadas a la opinión pública.

Ahora me acuerdo del injusto linchamiento público de la Directora del Patronato de la Alhambra cuando pidió tener en cuenta la opinión pública para decidir qué hacer con el leon restaurado, si colocarlo en el museo o devolverlo a su lugar original. -mis alumnos en un curso de doctorado hicieron una encuesta sobre esta cuestión y la respuesta más sorprendente es que la mayoría de los consultados creían que los leones actuales son una copia- ¿Por qué no vamos a consultar a la sociedad cuando de lo que se trata es de la actuación sobre bienes que se protegen porque existe un reconocimiento social de los mismos? El problema no es esta participación sino las fórmulas para encauzar esa participación

¿Por qué la protesta airada, sobre todo, de una asociación de mujeres a través de un medio de comunicación puede acabar paralizando una obra ahora premiada como la de Antonio Jiménez Torrecillas en la Cerca de D. Gonzalo? ¿Es legítimo? ¿es representativo del interés general?

Está claro que hay que trabajar por buscar fórmulas que permitan encauzar la participación social, la cual, para este Observatorio, resulta fundamental, porque en ella se funda el Patrimonio Histório como derecho fundamental.

Pepe Castillo

1 comentario

I.P.R. -

Desde mi modesto y poco conocedor punto de vista, pienso que el hecho de presentar un reducido número de ejemplares de estas farolas con el fin de que sean valoradas por los ciudadanos es una decisión aceptada, ya que somos los viandantes los que, una vez ubicadas las luminarias de forma definitiva, tenemos que encontrarnos cada día con ellas y es muy razonable que nuestra opinión sea tenida en cuenta, y no siempre se limiten a los gustos estéticos de los políticos, porque por muy público que sea el organismo municipal este tipo de cuestiones se terminan rigiendo por el mero gusto estético del grupo encargado de ocupar el sillón municipal, y si luego llega otro de bando diferente otra vez a cambiar. Por ello es digna de tener presente la opinión del pueblo, que no se debe manifestar en modos tan bárbaros, ya que somos lo que vamos a convivir con las farolas.